Conseguir equipos de alto rendimiento no es una meta que un gerente de proyecto pueda lograr tan fácilmente. En cada grupo existen diferentes problemáticas e individualidades que pueden retrasar o impedir el desarrollo del proyecto. Para cumplir exitosamente con este objetivo, es esencial que el gerente de proyecto genere una dinámica de interrelación e intercambio fluida, que permita el análisis situacional y la evaluación de las fases o etapas del equipo. Esto, determinará qué estilo de liderazgo se debe aplicar en cada situación.

Para comprender mejor este punto analizaremos este enunciado planteado en el examen PMP®:

  1. Los miembros de un equipo luchan entre sí para adquirir posiciones mientras tratan de establecer por sí mismos relaciones con otros miembros del equipo y con el gerente del proyecto. Se forman grupos, hay conflictos habituales, se producen malentendidos. Parece ser que están en la fase de turbulencias según el modelo de Tuckman, ¿qué estilo sugiere debería el gerente del proyecto utilizar?

A) Estilo directivo.

B) Estilo persuasivo.

C) Estilo participativo.

D) Estilo delegativo.

¿Cuál respuesta es la correcta?

El modelo de Tuckman establece que los equipos pasan por cinco fases o etapas desde su constitución. Estas son:

  • Formación: se reúnen los miembros del equipo y se informan acerca de sus roles y responsabilidades; tienden a actuar en forma independiente y no demasiado abierta.
  • Turbulencia: el equipo comienza a abordar el trabajo, no colaboran o no se muestran abiertos e ideas diferentes, el ambiente puede tornarse contraproducente, surgen conflictos, subgrupos, luchas de poder.
  • Normalización: comienzan a trabajar conjuntamente y a ajustar sus comportamientos para apoyar al equipo. Se generan consensos y acuerdos y soluciones en beneficio del equipo.
  • Desempeño: estabilización del desempeño y rendimiento, autonomía en las decisiones y gestión de conflictos con eficacia y sin complicaciones.
  • Disolución: en esta fase el equipo completa el trabajo y se desliga del proyecto.

Según Paul Hersey, hay cuatro estilos aptos para cada fase:

  1. Estilo directivo: Refleja una alta preocupación en las tareas y bajo interés en las personas y las relaciones. Este estilo conlleva dar directivas explícitas acerca de cómo y cuándo se deben hacer las tareas. En esta fase de formación del equipo lo más apropiado es que el líder observe muchas de las conductas concernientes a las tareas. Es decir, los miembros del equipo deben recibir instrucciones en cuanto a sus tareas y habituarse con las reglas y procedimientos establecidas dentro de la organización. Un líder que no dirija de una forma adecuada despertaría angustia y confusión entre los colaboradores nuevos.
  2. Estilo persuasivo: Está apoyado en un alto interés en las personas y al mismo tiempo preocupación en las tareas. Con este enfoque el líder determina y explica las decisiones y cede a los colaboradores la oportunidad de realizar preguntas y de esta forma obtener mayor claridad y comprensión con respecto a las tareas laborales. Este estilo es el más apto en etapas de enfrentamiento o turbulencia.
  3. Estilo participativo: Se refiere a una combinación de alto interés en las personas y en las relaciones y bajo interés en la producción de tareas. En este estilo el líder comparte las ideas con los colaboradores, les da la oportunidad de participar en la toma de decisiones. En esta fase de normalización los colaboradores tienen más capacidad y su motivación para superarse empieza a aparecer, además empiezan a buscar, de forma activa, más responsabilidades. El líder ya no tendrá la necesidad de dirigir tanto, sin embargo, tendrá que seguir siendo respetado y seguirá ofreciendo apoyo, con el fin de reforzar la determinación de los seguidores que quieren obtener más responsabilidad.
  4. Estilo delegativo: Muy apto para equipos desarrollados, manifiesta un bajo interés por las relaciones del mismo modo por las tareas. Este estilo ofrece poca dirección y apoyo, debido a que el líder delega a sus seguidores la responsabilidad de la toma de decisiones y su ejecución. Es decir, conforme los colaboradores van adquiriendo, gradualmente, más confianza, así como experiencia y auto-gestión, el líder puede disminuir la cantidad de apoyo y aliento que brinda.​ En esta cuarta fase de desempeño, los seguidores ya no requieren ni esperan una mayor dirección de su administrador. Es decir, cada vez son más autónomos.

En el caso analizado en el enunciado del examen PMP®, el equipo estaba atravesando una situación de turbulencia, por lo tanto, la respuesta correcta sería la “B”: Estilo persuasivo.

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